Cap.
XXI: Del religioso frívolo y locuaz
1Bienaventurado
el siervo que, cuando habla, no manifiesta todas sus cosas con miras
a la recompensa, y no es ligero para hablar (cf. Prov 29,20), sino
que prevé sabiamente lo que debe hablar y responder. 2¡Ay
de aquel religioso que no guarda en su corazón los bienes que el
Señor le muestra (cf. Lc 2,19.51) y no los muestra a los otros con
obras, sino que, con miras a la recompensa, ansía más bien
mostrarlos a los hombres con palabras! 3Él recibe su
recompensa (cf. Mt 6,2.16), y los oyentes sacan poco fruto.
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