SALMO
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Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me
repiten:
"¿Dónde está tu
Dios?"
Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma
conmigo:
cómo marchaba a la
cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo
y alabanza,
en el bullicio de la
fiesta.
¿Por qué te acongojas,
alma mía,
por qué te me turbas?
espera en Dios, que
volverás a alabarlo:
"Salud de mis
rostro, Dios mío".
Cuando mi alma se
acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el
Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra
sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus
olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la
alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: "Roca
mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando,
sombrío,
hostigado por mi
enemigo?"
Se me rompen los huesos
por las burlas del
adversario;
todo el día me
preguntan:
"¿Dónde está tu
Dios?"
¿Por qué te acongojas,
alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que
volverás a alabarlo:
"Salud de mis
rostro, Dios mío".
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