Muy a menudo alcanzamos la fe en su más
puro estado cuando nos vemos rodeados por las brumas del sufrimiento. Los que
han alcanzado, recientemente, al Señor se representan ellos mismos como unos
mártires gloriosos que sufren por Él. Pero en la realidad no hay gloria alguna
cuando, de verdad, estás en el martirio. Parece no tener sentido, pero ésta es
la realidad del sufrimiento. La esencia de la vivencia del desierto consiste en
que lo único que deseas, de verdad, es salir de él. Sólo si eres capaz de
hallar una enseñanza en esta situación es cuando adquirirá algún significado
válido. Sólo si puedes encontrar algún propósito, lograrás que te parezca
realmente útil el mal trago que estás pasando. Si no hallas alguna razón o
enseñanza entonces lo que haces es sufrir y padecer tontamente. Y saber esto
aumenta tu sufrimiento.
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