Gaudium et Spes.- nº 22
El
misterio del hombre, sólo en el misterio del Verbo Encarnado se esclarece plenamente.
Porque Adán, el primer hombre, es figura del que había de venir, es decir, Cristo
nuestro Señor.
Cristo, nuevo Adán, al revelar el misterio
del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre
la grandeza de su vocación.
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