JESÚS Y EL CIEGO BARTIMEO
Jesús
le pregunta: "¿Qué quieres que haga por ti?". Parece una pregunta
extraña, dirigida a un ciego. Pero no es una pregunta superflua; pues no todos
los enfermos desean sanar.
«Los médicos saben perfectamente que no todos los pacientes
colaboran y, consiguientemente, su curación resulta difícil. Y a nivel
psicológico, esta misma experiencia es aún
más habitual. Todo terapeuta es consciente de que el hombre, en
ocasiones, ofrece a la curación una resistencia tan fuerte o más que el deseo
de sanar. El enfermo puede sacar tal provecho de sus problemas que, de un modo
inconsciente, prefiere a veces no ser curado. En ocasiones, también nosotros,
en el plano espiritual, decimos que queremos curarnos pero no es un deseo
auténtico (porque hemos hecho un pacto con nuestra mediocridad y nos sentimos
cómodos en ella). Y así, muchas veces nos movemos en un "querría"
sanar, pero no en un "quiero" decidido que está dispuesto a pagar el
precio de la curación, que afectaría a mi vida y le haría cambiar. Por eso es
por lo que Jesús formula la pregunta, con el fin de calibrar la sinceridad del
deseo de Bartimeo. ¿Qué quiere que haga Jesús por él? ¿Cuál es el verdadero
deseo de su corazón? La respuesta de Bartimeo no tiene ambigüedad -"Maestro,
que vea otra vez"-; está dispuesto a pagar el precio de su curación» (P.
van Bremen).
Preguntémonos
si sinceramente queremos sanar; si deseamos desprendernos de nuestras cegueras
(de las que tantas veces somos cómplices) para seguirle con limpia
autenticidad. Si estamos dispuestos a pagar el precio de nuestra curación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario