EN EL MANANTIAL

EN EL MANANTIAL
ESTUDIO DEL PINTOR

jueves, 29 de noviembre de 2018

ADMONICIONES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS: 24 y 25


Cap. XXIV: Del verdadero amor

Bienaventurado el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo, que no puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle.

Cap. XXV: De nuevo sobre lo mismo

Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con caridad delante de él.

Al sol del Santísimo, meditaba un hermano de lo fácil que era estar a solas con el Señor: ¡Qué bien se está aquí a solas contigo, Señor, tan en paz y con tanto sosiego! Pero, con tus hijos e hijas, Señor, ¡qué difícil resulta a veces la convivencia, cuanto ni más amarles! ¡Qué poco me costaría permanecer para siempre aquí, al amparo de tu calor!
Eso mismo pidió Pedro en el Tabor, y tampoco se le concedió. Algunas experiencias nos son concedidas para que podamos ir a transformar, en lo posible, al mundo y los hermanos, y, sobre todo a nosotros mismos, no para que se nos ponga el ombligo del tamaño de un sombrero mejicano al amparo del cual ”dormir y descansar, del duro trabajo de no hacer nada”.
“No hacer nada, para que nada quede sin hacer”: en esto consiste uno de los más duros trabajos. Quizá al principio se necesite algo de soledad, pero después será indiferente que estemos rodeados de hermanos por todas partes...
Ante el don de Dios tengo que ser como una teja ante la lluvia: saber proteger y permitir que el agua corra sobre mí hasta llegar a otros..., porque es el único modo de saciar verdaderamente la sed: dando de beber a otros.../.




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