Cap. XXVI: Que los
siervos de Dios honren a los clérigos
1Bienaventurado
el siervo que tiene fe en los clérigos que viven rectamente según
la forma de la Iglesia Romana. 2Y ¡ay de aquellos que los
desprecian!; pues, aunque sean pecadores, nadie, sin embargo, debe
juzgarlos, porque solo el Señor en persona se reserva el juzgarlos.
3Pues cuanto mayor es el ministerio que ellos tienen del
santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, que ellos
reciben y ellos solos administran a los demás, 4tanto más
pecado tienen los que pecan contra ellos, que los que pecan contra
todos los demás hombres de este mundo.
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