EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

viernes, 11 de marzo de 2016

MORIR DE VIDA

MORIR DE VIDA
Mercedes Navarro;  Mc 16, 1-8
           
            El Evangelio de Marcos no es en modo alguno catártico, sino provocador y desasosegante para cualquier lector, el componente clave del reencuentro, no se inserta en el desenlace, sino que se lleva hasta el final, o mejor, suspende ese final dejándolo abierto.
            Esta apertura deja entrar el tiempo, asume la incertidumbre como dato del futuro inmediato, los riesgos, el temor, y focaliza la felicidad de forma innovadora en el marco de la vida, de la realidad, y no en la construcción artificial de un supuesto e ideal estado de duradera felicidad (es decir, un final perfectamente cerrado, que ya no exija otra cosa que cerrar el libro, y olvidarlo).         Parecería en un primer momento que se quisiera mantener al lector al margen, excluido de la felicidad; nada de eso, se le está pidiendo que inicie la búsqueda, que se ponga a favor de la causa, ya que según Marcos ante Jesús todos cayeron... amigos y enemigos.
            El sentido común pide que el cierre termine de verdad el evangelio, pero Marcos desafía una vez más el sentido común -ese conjunto de supuestos, que no son otra cosa que una construcción social y mental, de culturas e individuos, y que en numerosos casos frenan la evolución y la posibilidad del cambio positivo-.
            El final abierto de Marcos evoca, en la perspectiva hermenéutica, el acercamiento a la realidad desde el pensamiento complejo. Este pensamiento contesta críticamente la causalidad lineal y pone en primer plano la importancia de la no linealidad, la apertura y la emergencia de novedad como datos de la vida.
            Este paradigma contesta la perfección”, en beneficio de la plenitud”. La psicología profunda contempla estas dos posibilidades de comprensión e interpretación. La línea hermenéutica de análisis junguiano -en cierto modo contra el psicoanálisis freudiano-  se decanta por el principio de plenitud” al observar las propiedades abiertas de la vida y del individuo.
            Si la perfección supone lo cerrado y completo, la plenitud por su parte implica lo abierto y, en correlación con ello, una sana y positiva percepción de lo imperfecto”.


            Si a los seres vivos corresponde la capacidad de crecimiento, evolución por continuidad o por salto cualitativo y cambio, es claro que su principio rector no puede ser el ideal de perfección predeterminada. En cambio, el principio de plenitud o plenificación parece responder mejor a su naturaleza narrativa”. El final abierto del Evangelio según San Marcos se sitúa por tanto en este ámbito, o lo que es lo mismo, pone en cuestión críticamente, nuestras construcciones sobre la muerte, la vida y el más allá, sobre las representaciones mentales y sociales de la resurrección. Desafía los supuestos del sentido común en la época en que sitúa la historia de Jesús y en nuestra propia época, en la que esos mismos supuestos ya han entrado en crisis. La condición enigmática del relato de Marcos continúa después de él”...

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