«El hombre es creado para alabar,
hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma;
y las otras cosas sobre la faz de la Tierra son creadas para el hombre, y para
que le ayuden en la prosecución del fin para el que es creado. De donde se
sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayudan para su fin, y
tanto debe quitarse de ellas, cuanto lo impidan. Por lo cual, es menester
hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a
nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte, más salud que enfermedad,
riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por
consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más
nos conduce para el fin que somos creados».
(San Ignacio de Loyola)
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