En su comentario
al Cantar de los Cantares, Bernardo de Claraval no teme afirmar que Dios nos ha
deseado primero, hasta el punto de crearnos a su imagen. San Bernardo
afirma expresamente: "Os aguarda el Padre y os desea... por sí mismo"
Y santo Tomás, poco sospechoso, escribe: "El ser humano puede tender hacia
Dios más vivamente por el amor que concibe pasivamente (o sea, concibiéndose
amado por Dios) cuando Dios le atrae hacia sí, que cuando no tiene otro medio
que su propia razón para impulsarle al amor". Parafraseando a santo Tomás,
pero mirando acertadamente de reojo a Lacan, Julia Kristeva escribe:
«¿Tomista, Lacan?, ¿fue Marx hegeliano?, ¿el uno
sin Dios, el otro sin Espíritu absoluto? Inútilmente, en el imposible y con todos
los riesgos de fallo. Pues, si no hay Creador, ¿de dónde vendría ese bien appetibilis (apetecible) que nos haría amar?,
¿de dónde vendría la naturalidad significativa
de las pulsiones del deseo, del amor? Descartando al Creador, descartamos al fundamento
del bien»
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