VENTANA
HIPERBÓREA
La pregunta por las "fuentes de
nuestro yo" parece ser una ventana que da a Dios: bastará con que nos
demos cuenta de que nuestra existencia está precedida de un Amor y una Llamada
que la fundamentan. Es cierto que la cultura moderna no tiene demasiado interés
en descubrir esta ventana, y menos aún en abrirla. De ahí que nos sea necesario
descender frecuentemente a ella, en un ejercicio de contemplación espiritual, y
abrirla a la contemplación de Dios que aparece tras ella y nos llena de su luz.
Descendiendo:
a) Nacemos de unos padres, y durante los
primeros años crecemos apoyados en ellos. Más tarde, el descubrimiento de los
propios poderes nos ayuda eficazmente a dinamizar nuestro yo. A veces también
la experiencia de los fracasos... Pero vivir durante muchos años apoyados ahí,
en nuestros éxitos o en nuestros fracasos, puede resultar fatal. Cansa mucho y
quita el gozo de vivir.
¿Dónde fundamento mi yo? ¿De quién me
recibo cuando soy ya adulto: de mis poderes, de mis frustraciones, de mi
pecado, de Dios que me amó y me llamó? ¿He descubierto y aceptado ese "éxodo permanente" en las
bases de mi yo (¡sal de tu tierra y
ve a la tierra que yo te daré!) que los maestros espirituales llaman "segunda
conversión"?
b) "Donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón", decía Jesús con toda verdad. "Una
espina saca otra espina", "una pasión echa fuera otra pasión"...
¿Cuál es mi tesoro encontrado, mi
pasión? ¿Qué me totaliza y hacia qué vivo? ¿Tengo alguna experiencia personal
de la parábola del tesoro encontrado y de la alegría movilizadora que ese
encuentro produce? ¿De qué vive mi fe: de una moral o de un Encuentro?
c) Recibirme
de Dios y consagrarme a su Reino al modo de Jesús: he aquí la experiencia
unificadora y fundante de la fe cristiana. ¿Es ese también mi Principio y
Fundamento, aquello de lo que vivo y lo
que dinamiza mi búsqueda, siempre inacabada pero dichosa, del Señor y su
Evangelio? (VQDAD,JAG,SJ)
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