Nos cuesta, claro que nos cuesta,
pero la tristeza y la ausencia tienen que terminar su trabajo
para darnos cuenta de que lo que llevamos en el corazón no muere nunca,
aunque a veces ni tan siquiera sepamos que lo llevamos,
sino más bien que nos lleva, nos llevan,
nuestros amores perdidos…,
o no estemos seguros ni de nuestro
propio corazón…
Ya deberíamos saberlo, pero nos han enseñado a no ser,
y nos lo hemos creído… y no
deberíamos.
La muerte no es nada, y cómo le tememos a esa nada,
a ese vacío que nos toca
atravesar…
Es la puerta la que tiembla cuando la
atravesamos.
Solamente he pasado al otro lado,
nos dice el amor… en Cristo Jesús.
Seguimos siendo los mismos.
Yo soy yo. Tú eres tú. ¿Vas a
rendirte ahora?...
Lo que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo.
¿Es posible que no me escuches?
Dame el nombre que siempre me has
dado,
porque yo seguiré llamándote por el
tuyo.
Háblame como lo has hecho siempre,
porque yo lo seguiré haciendo del
mismo modo...
¡Es imposible que no me sientas!
No uses un tono solemne ni triste.
Continúa riéndote de lo que nos hacía
reír juntos.
Reza, sonríe, piensa en mí, reza
conmigo.
Que mi nombre se pronuncie en casa
como siempre, sin énfasis de ninguna
clase,
sin huella de sombra… porque somos de
luz.
La vida es siempre lo que siempre ha
sido.
El hilo no se ha cortado, ¿no te das
cuenta?
¿Por qué iba yo a estar fuera de tu
pensamiento,
simplemente porque estoy fuera de tu vista?
¿Acaso no fue así tantas veces en
nuestra vida?
Y es nuestra vida la que continúa…
No estoy lejos. Estoy más cerca de lo
que crees...
Estoy justo a otro lado del camino,
pero muy dentro de tu corazón.
¿Ves? Todo está bien.
DIOS ES, Y CRISTO ES, Y EL ESPÍRITU
SANTO ES.
Y nosotros somos en esa Trinidad. Y
eso basta.
Por eso, si me amas, no llores…
¡Si conocieras el don de Dios y lo
que es el Cielo!
¡Si pudieras desde ahí oír el canto
de los ángeles
y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras contemplar con tus ojos
los horizontes y campos eternos,
los nuevos senderos por los que ando!
¡Si un instante pudieras contemplar
como yo
la Belleza delante de la cual toda
belleza palidece!
Tú me has visto y me has amado
en el país de las realidades mudables,
-donde creíamos saber...¡y
sentíamos!-...
¿No podrías volver a verme ni seguir
amándome
en el país de las realidades
inmutables?...
-donde sencillamente somos-...
¿sencillamente?...
«Dios antes aún de crearnos nos amó,
con un amor que nunca ha disminuido,
y nunca se desvanecerá… en Cristo Jesús.
Y en este amor Él hizo todas sus obras,
y en este amor Él hizo de modo
que todo tenga su sentido, su misión,
y en este amor nuestra vida dura para siempre…
En este amor tenemos nuestro principio,
y todo esto lo veremos en Dios sin fin».
Porque el Amor de Dios es tan fuerte y maravilloso
que nuestras ofensas no pueden ni podrán nunca apagarlo.
En otras palabras, las puertas de la Misericordia del Cielo
no se cerrarán aunque no haya ni un justo sobre la tierra.
Créeme.
Cuando la muerte venga a romper los
lazos,
como ha roto los míos...,
cuando un día, que sólo Dios conoce,
vengas al Cielo, donde te he
precedido...,
-¡y que tantas veces recibimos en la
tierra!-...
ese día volverás a ver a quien que te
amaba
y sigue amándote, como tú a mí…
volverás a encontrar su corazón
y las ternuras purificadas.
Por eso, por tanto, por todo…
Enjuga tus lágrimas y no
llores, si me amas...
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