PRIMERA MISA: HOMILÍA... EN LAS
PEDROÑERAS
Septiembre 2007
Queridas hermanas y
hermanos...¡PAZ Y BIEN!...
Mi vida como cristiano se inició
en esta iglesia
de Las Pedroñeras.
Aquí fui bautizado,
aquí tomé la primera comunión,
aquí me confirmaron...,
aquí fui irreverente y soberbio
en más de una ocasión
y aquí juré con orgullo
adolescente
que jamás volvería a entrar aquí.
La necedad juvenil siempre es
atrevida.
Dice el profeta Isaías:
“Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos
–oráculo del Señor-.
Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes, que vuestros planes.
Como la lluvia y la nieve caen del cielo,
y sólo vuelven allí después de haber empapado la tierra,
de haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé simiente al que siembra
y pan al que come,
así será la palabra que sale de mi boca:
no volverá a mí de vacío,
sino que cumplirá mi voluntad
y llevará a cabo mi encargo”.
que quema,
que siempre nos interpela,
porque cuanto es el ser humano
ante Dios
tanto es y no más.
El evangelio de hoy,
-porque hoy se cumple esta
palabra-
nos invita a anunciar la luz,
a ser sus testigos...
¿Qué puedo decir de mí?
Que me sorprende la paciencia que
Dios tiene conmigo,
y que una y otra vez no puedo
evitar decir:
¿Por qué te empeñas en quererme
tanto?
No encuentro para todo esto otra
explicación
que las oraciones de mi abuela
Guadalupe
a la que de crío recuerdo que le
preguntaba:
¿Por qué vas tanto a misa?
Y ella siempre,
con una sonrisa,
me respondía lo mismo:
¡Por los que no van nunca!...
Luego la vida gira y gira...
Únicamente recuerdo que caí;
ya lo había hecho en ocasiones
anteriores,
incluso voluntariamente,
por el placer del vuelo,
pero esta vez era diferente.
Incluso, como protección, olvidé
su nombre.
Ni tan siquiera me quedaban ganas
de volver a levantarme
-¿para qué, si nunca se llega a
nada?-
Estaba agotado,
sin fuerzas,
todo parecía haber sido en
vano...
y sin embargo...
Al Señor lo encontramos
–“aunque realmente es Él quien
nos encuentra a nosotros”-...
pues eso, lo encontramos siempre
llamándonos;
y lo hace con palabras y voces
muy naturales,
que podemos oír muy bien,
muy claras;
otra cosa es cómo escuchamos,
el caso que le hacemos,
la respuesta que le damos...
-“Conozco tus obras y tus
trabajos,
y sé que sufres pacientemente por mi causa;
no soportas a los malvados,
pusiste a prueba a los que se llamaban a sí mismos apóstoles
y los hallaste mentirosos.
Conozco tu paciencia
y lo que has sufrido por mi nombre sin desfallecer.
Pero tengo contra ti
que has perdido tu amor del principio”-.
Esta cita del Apocalipsis
la leí en la crítica que se hacía
a un libro
–“de cuyo título no consigo
acordarme,
ni del nombre del autor,
ni del nombre del crítico”-
en el suplemento cultural de un
periódico
que no se distingue precisamente
por su talante religioso.
Era domingo por la mañana,
y yo desayunaba en la terraza de
un bar,
frente a la iglesia,
donde era raro que entrase,
en la plaza de Santa Gertrudis,
en el centro de la isla de
Ibiza...
Es poco más lo que recuerdo de
aquella mañana,
otra entre tantas mañanas de
domingo;
pero esta cita se me quedó
grabada
como si en aquel momento cada
palabra hubiese sido dicha para mí...:
-“PERO
TENGO CONTRA TI QUE HAS PERDIDO TU AMOR DEL PRINCIPIO”-...
¿Qué me había pasado?
¿Qué había sucedido con mi amor
del principio?
¿Cuál era ese amor del principio
que había perdido?
¿Qué me estaba pasando?
¿Por qué sentía aquellas palabras
de un modo tan personal?...
¿Quién parecía no haber dejado de
pensar en mí?
¿Para qué, para quién vivía?...
...Creo recordar
que la lista de preguntas se me
hizo interminable;
y algo, sin saber muy bien qué,
en lo más profundo,
comenzó a cambiar dentro de mí...
...Una tarde,
hablando en el bar con don
Antonio,
el párroco de San Miguel, me
dijo:
-“Las bendiciones nos caen del
cielo,
pero nosotros nos empeñamos en
abrir el paraguas
y no nos dan,
nos protegemos
para que no nos alcancen”-...
Tras un año sabático,
aquí en el pueblo,
emprendí un viaje al final de la
tierra,
durante el cual
me encontré con san Francisco de
Asís,
el otro Cristo...
Esta es una metáfora,
muy fácil de explicar:
La meta del viaje era el cabo de
Finisterre...
en Galicia,
y sea como fuere,
cuando por fin llegué allí...
me llevaron...
los franciscanos de Santiago de
Compostela,
con los que ya llevaba viviendo
dos años...
el resto fue dejarse ir...
¿Cómo daré gracias al Señor por
todo el bien que me ha hecho?...
¿Cómo daremos gracias?...
¿Cómo damos gracias?...
...Todo ser humano
es llamado de algún modo
para algo
que ciertamente,
con frecuencia,
él aparta de su camino.
Hay una soledad
que nos descubre presentes
en un estrecho saliente rocoso,
entre los abismos,
donde no hay ninguna seguridad
de un saber expresable,
sino la seguridad del encuentro
con lo que permanece oculto...
...Dios toma al ser humano donde se encuentra,
en su necesidades más humildes
y cotidianas,
para conducirlo a otra parte,
a otra agua,
a otro vino
y a otro pan…,
Dios conduce al ser humano más
allá de su misma búsqueda...
¿Y qué era eso tan importante?...
... “somos amados antes que amantes”...
...Hay un fuego,
con el que tropezamos
más tarde o más temprano,
que nos exige descubrir su más
íntima esencia...
¿Tendremos la valentía de
arder?...
...El que viene
vino por su propia voluntad,
saliendo del misterio de su
lejanía,
no hicimos nosotros que Él
viniera.
...Por lo demás,
sabemos que en todas las cosas
interviene Dios para el bien de
los que le aman,
de aquellos que han sido llamados
según su designio,
de todos,
aunque ignoremos cómo...
¿o no lo ignoramos? ...
...Personalmente,
hubo un tiempo
en el que aspiraba
conseguir-conquistar
–“lo máximo”-
que pudiese alcanzar un ser
humano
en su vida sobre la tierra...
El Señor me enseñó,
me sigue enseñando,
que las cosas que de verdad
importan
no son algo que debamos conquistar...
se trata de saber acoger...
y algo así únicamente se logra
abandonándose en sus manos,
sabiendo y sintiendo
que todo depende de Él,
pero actuando al mismo tiempo
como si Él no existiese,
como si todo dependiese única y
exclusivamente de nosotros...
...Volveremos a equivocarnos,
a veces parece que la libertad
y el amor
con que nos creó
no sirviesen para otra cosa que
eso...
para equivocarnos...
...Pese a todo,
será conveniente no olvidar
nunca,
nunca, nunca,
lo que vino a decirnos Jesús de Nazaret...,
...que Las Puertas de
no se cerrarán
aunque no haya ni un justo sobre
la tierra.
Es así de verdad.../.
ANTEA, LA VIRGEN ROJA DE DONDE NACEN LOS RÍOS…
Nos perdimos camino de
los manantiales,
añorando los orígenes,
pues los peligros endurecieron nuestro corazón;
ya el polvo del camino, o
la rutina, o una costra de indiferencia,
para protegernos de los
sinsabores de la vida,
y, para que todo no vaya
a peor, seguramente,
con la mejor intención,
“aguamos”,
quién sabe si con la
intención de convertir en vino.
Y sabemos, porque no se
trata de la primera vez,
que eso termina no
funcionando del todo,
por eso la añoranza de
los orígenes,
de aquello, lo que fuese,
en toda su autenticidad…
Ante esta feria de las
vanidades, Antea baja la mirada
al tiempo que nos frece
la “escalera al cielo”,
que nos entrega
bendiciéndonos;
quien por el agua nos
hace divinos e infinitos,
y nos pide serlo…
¡si no tuviésemos tanto
miedo!
Porque nosotros
parece que siempre
tenemos necesidad de estar en otra parte,
proyectando viajes,
olvidando siempre el momento presente.
Como a una urraca, nos
siguen aturdiendo los objetos brillantes,
y hemos llegado a
imaginar el precio de nuestros pasos,
incluso cuando las
tiendas están cerradas
olvidando, a propósito,
que con una palabra
podríamos conseguir el universo…
Parece que las señales
sólo quieren equivocar los caminos,
¿quién, entonces, se
atreve a buscar seguridades?
Todos los pájaros están
en todos los árboles cantando,
y por no tener, hasta
carecemos de dudas…
Ya estuvimos allí, y
allí, y allí también,
y hemos bailado todas las
danzas
alrededor de todos los
fuegos,
al compás de todos los
cánticos hipnóticos…
Sopla el viento,
arrastrando con él todos los caminos…
Y nos ha sido dado
conocer
Que “mientras serpenteamos
por los caminos,
-aunque a veces
tropecemos e incluso caigamos-,
nuestras sombras nunca
serán más altas que nuestra alma”…
Inunda Antea, la Virgen
Roja de donde nacen los ríos
con su sola presencia
el espacio-tiempo…
Con esa suave danza que
muestra a los hijos de la luz:
“Quién es el Camino, y la
Verdad, y la Vida”…
Y si escuchamos
atentamente,
la melodía nos llevará,
paso a paso,
incluso más allá de lo
que jamás nos atrevimos,
o no fuimos capaces de
imaginar,
dándosenos descubrir lo proyectado
desde el origen del mundo:
«Este es el plan que
había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento
culminante:
recapitular en Cristo
todas las cosas del cielo y de la tierra» (Ef 1, 9b-10).
Entonces sabrás por qué
eres temido por los hijos de las tinieblas,
y no podrás rendirte…
Porque tú eres el
estandarte de lo divino,
el creado a su imagen y
semejanza…
…¿Quién es como Dios?...
Eterno espíritu del
valle,
portal interminable,
como raíz del cielo y de
la tierra.
Siendo sin estar
y estando sin ser…
Mutación inagotable,
dama de luz,
regalando maravillas…
Y así, su palabra,
como la de los cielos,
“sin hablar,
sin pronunciar,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza
su pregón,
y hasta los límites del
orbe su lenguaje”…
La eternidad a la que
Dios nos invita
se oculta en el ahora de
cada instante de nuestra vida.
Y nada de lamentarse
objetando que Dios es el
momento presente
que pasó y se perdió
porque yo no estaba allí;
porque eso es olvidar que
el presente
no es algo fugitivo,
pasajero,
sino algo continuamente
persistente y duradero,
siempre cambiando,
evolucionando
y trascendiéndose a sí
mismo.
La eternidad es ahora,
caminemos a su luz…,
Nuestra
fe no va a liberarnos
de
ninguna obligación humana,
sino
que nos dará un trabajo,
una
función, una misión
‘para’
el mundo que no es ‘del’ mundo.
Nuestra
misión será introducir en el mundo
el
amor mismo de Dios
con
“medios humanos”,
con
“maneras de ser humanas”: las de Cristo.
Nos
encarga realizar en el mundo
una
especie de compromiso temporal
del
amor eterno de Dios.
Al
lado de ello,
el
resto existe y debe existir,
pero
la fe sirve para que Dios ame al mundo
a
través de nosotros
como
a través de su Hijo.
Él
nos ha elegido para darnos al mundo,
al
mundo que él ama
y
que nosotros debemos amar
como
él, con él y por él.
Así
es la fe;
esto
es lo que nos pide que aceptemos….
…¿Y Tú, dónde estás?...
...¿Y por qué Te empeñas en quererme tanto?...