VER A JESÚS EN LA PROPIA POBREZA
«Os admiro a los cristianos porque en
quien tiene hambre o sed veis a Jesús. Cuando acogéis a un extraño, acogéis a
Jesús. Cuando vestía a alguien que está desnudo, vestís a Jesús. Lo considero
muy hermoso, pero lo que no comprendo es como nunca veis a Jesús en vuestra
propia pobreza. Queréis hacer siempre el bien al pobre que está en el exterior,
y al mismo tiempo, negáis al pobre que está en vuestro interior. ¿Por qué no
podéis ver a Jesús en vuestra propia pobreza, en vuestra sed, en vuestra
hambre? ¿No veis que también hay un enfermo en vuestro interior? En vuestro
interior hay un extraño y hay que acoger a ese extraño, no rechazarlo, no negar
su existencia, sino saber que está ahí y acoger y ver a Jesús en ello». (C. G. Jung)
Aprender a convivir y manejarse con la
propia pobreza y fragilidad puede ser el primer paso para comprender un poco
más y convivir con la fragilidad ajena.
Difícil arte es sacar la paja del ojo
ajeno sin haber retirado antes la viga del propio.