...El colosal error de Nietzsche fue no
haber visto lo que implicaba para la relación entre lo mítico y lo bíblico la
naturaleza inconsciente del fenómeno llamado del chivo expiatorio. Son las
religiones sacrificiales las que encarnan la esclavitud en todas sus formas,
mientras que lo bíblico y lo cristiano conquistan una verdad y una virtud de la
cual podemos hacer un pésimo uso, es cierto, pero que nos libra para siempre de
la influencia mitológica.
Se equivocan completamente aquellos que
dicen que son los Evangelio y la Biblia los que piensan en términos de chivo
expiatorio y de persecuciones subterráneas, con el pretexto de que la Biblia y
los Evangelios hablan abiertamente de
esas cosas mientras que los mitos no hablan nunca de esto. No hablan nunca de
esto porque están totalmente poseídos por este fenómeno. Se equivocan por
completo aquellos que consideran a los mitos demasiado luminosos, demasiado
soleados, demasiado "griegos" como para ser culpables de
persecuciones escondidas...
...La prueba de que los Evangelios ven
lo que los mitos no ven, la dimensión inconsciente de los fenómenos de chivo
expiatorio, es su actitud con respecto a los asesinos de Jesús, que no tiene
nada de vengadora, contrariamente a lo que nos cuentan hoy en día. Lejos de
estigmatizar despiadadamente a estos desgraciados, los evangelios ven en ellos
a hombres semejantes a los demás; han hecho lo que los hombres han hecho
siempre hasta ese momento en circunstancias análogas.
La crucifixión es única en la
información teológica que aporta pero terriblemente banal en la antropológica.
Aquí, la frase esencial es la de Jesús durante la crucifixión:
«Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen» (Lc 23,34).
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