EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

sábado, 2 de mayo de 2015

JONÁS



JONÁS (Contra los nacionalismos y los "elegidamente perfectos")
La historia de Jonás gira en torno a un profeta judío a quien Yhwh envía a persuadir al pueblo de Nínive para que se arrepienta de sus pecados. Jonás se dice a sí mismo "Yhwh es nuestro Dios. ¿por qué deberían tener esos paganos, el privilegio de escuchar su Palabra?". Y así se resiste a la llamada del Señor pero, desde luego, no puede huir de Dios. Intenta escapar en un bote, pero es lanzado por la borda durante una violenta tormenta. Yhwh envía un enorme pez que se lo traga y lo escupe en tierra firme. ¿Y, dónde se encuentra el profeta? En la tierra de Nínive, la ciudad a la que Yhwh le había dicho que fuera en primer lugar.
Jonás se dirige, de mala gana, a Nínive "Bien Señor, de acuerdo, si insistes... Supongo que tendré que hacerlo". Pero confía en que no le creerán. No desea que tengan la Buena Nueva de Israel, la noticia de que el camino de Dios es el camino de la vida. Llega, pues, al centro de Nínive, predica la Palabra que el Señor le ha revelado y.., ¿sabéis? ¡Creyeron en ella! Los ninivitas se arrepintieron y volvieron a Dios.
Jonás está furioso. ¿Qué derecho tiene Yhwh a dar su Palabra a los paganos para repartir lo que, por derecho, pertenece al Pueblo de la Alianza? Se sienta bajo el ardiente sol, hirviendo de cólera. Pero Yhwh aún contempla enternecido a su recalcitrante profeta y hace que crezca una planta, alta y   frondosa en el lugar adecuado para darle sombra. Así Jonás se refresca un poco. Pero al día siguiente descubre que la planta ha muerto, las hojas están enrolladas. ¡Ahora Jonás se pone doblemente furioso!
La inspirada historia termina con las palabras del Señor a su profeta diciéndole:
«¿Quién eres tú para decidir con quién tengo que ser misericordioso? ¿Quién eres tú para decidir a quién debo amar? ¿No te amaría Yo aún cuando tú no me amaras? Al igual que di la vida a una planta que sólo vivió un día, doy mi amor a quien me place. ¿Por qué te enfadas si amo? ¿Por qué has de ser tú tacaño si Yo soy generoso?»
Como siempre la Buena Nueva parece demasiado buena para ser cierta. Nos quejamos de que, realmente, no sea todo tan sencillo. Creemos que hemos de ganar el amor de Dios o, al menos merecerlo de algún modo. Deseamos restringir el amor divino, que es infinito, ajustándolo a nuestros parámetros, a los de los guardianes de la ley, a aquellos que profesan la religión "auténtica" o que asisten a la iglesia "adecuada". Pero Dios continúa diciéndonos a través de sus profetas, por medio de la inspirada Palabra que llamamos las Escrituras, e incluso directamente a nuestros corazones: "No pongáis límite a mi amor. Mi generosidad es ilimitada. Te amo, no por lo que haces, sino porque yo soy el Amor mismo". (RR)

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