EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

martes, 5 de diciembre de 2023

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA Lc 1, 26-38

1º VIERNES DE ADVIENTO  

(S) Inmaculada Concepción de la Virgen María,  Lc 1, 26-38

 

La vida de María es la vida de todo ser humano donde hay presencia de gozos y de dolores. Ella nos enseña a abrirnos a estos misterios cotidianos. La Palabra viene sobre cada uno de nosotros en unas coordenadas de espacio y tiempo concretos. Sobre María vino «A los seis meses… en Nazaret». Y la primera Palabra de parte de Dios es «alégrate…». Venimos de la alegría de Dios. El ángel no le dice quién es Dios, sino «no temas, está contigo».

Podemos contemplar la humanidad de María con sus dudas y preguntas y, también, podemos ver cómo esta mujer es llenada por Dios. El anuncio no tiene lugar en la ciudad santa, Jerusalén, ni en el lugar sagrado del templo, ni el momento de la oración… sino en un lugar anónimo y desconocido, Nazaret, en un espacio profano, en el corazón de la cotidianeidad. En la casa, en la normalidad de la vida, Dios nos roza, nos toca. Y, cuando Dios se acerca, trae una caricia, un anuncio de felicidad. Su cercanía conforta la vida: «Jaire, alégrate» … Sé feliz. Cuanto más evangelio entra en nuestras vidas, más vivos estamos. Dios nos sueña desplegados.

El sueño de Dios es para nosotros un “cómo”. El “qué” no podemos elegirlo, mientras que en los “cómos” se nos juega la vida. «¿Cómo será esto?», se pregunta María. ¿Cómo puedo acoger esto que me pasa?, nos preguntamos. ¿Cómo estoy viviendo este tiempo- sea lo que sea que me toque vivir- de manera que me lleve a más amor, a más cuidado, a más apertura a lo imprevisible de Dios?

La segunda palabra del ángel es «kejaritomene, llena de gracia». Dios se ha enamorado de ti, Dios te ha agraciado. María no está llena de gracia porque ha respondido sí a Dios, sino porque Dios le ha dado antes su “sí”. Dios ha llamado a su puerta y ella ha abierto, ha consentido libremente a su acción y a su cariño. En el hueco de su cuerpo, en su acogida confiada, la misma vida de Dios se teje en la historia. San Efrén lo dirá muy bellamente: “Habitó en el seno de una muchacha Aquél que llena de sí el mundo”.

Celebrar la “Anunciación del Señor a la Inmaculada” es celebrar que la vida de Dios está en el fundamento de todo ser humano, que en cada uno de nosotros hay una huella de bondad, un lugar inocente, que permanece intacto pase lo que pase. Por María sabemos que en un lugar del corazón hay un espacio inmaculado desde el que somos incapaces de dañar. Cuando lo descubrimos en ella, podemos creer que también nos es ofrecido a nosotros. Un lugar de Dios que no ha sido tocado por nada ni por nadie. “Cada persona tiene un núcleo sano en su interior. En él está entera y está sana, tiene conciencia de que Dios la ama y la contiene”.

A Dios le gustamos como somos y nos sueña más preciosos todavía. Que sea un día de acoger este “SI” primero de Dios a nuestras vidas con todo. Que seamos hombres y mujeres bendecidos por las ganas de vivir.

Y alegrémonos muy especialmente por ese pequeño detalle de que el Creador, para entrar en su creación, le pidiese permiso a la más radiante de sus criaturas…, no por nada que ella hiciese, sino por lo que Él hizo con ella…