EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

miércoles, 13 de abril de 2022

1ª MISA, SEPTIEMBRE 2007. LAS PEDROÑERAS


PRIMERA MISA: HOMILÍA... EN LAS PEDROÑERAS 

Septiembre 2007

         

Queridas hermanas y hermanos...¡PAZ Y BIEN!...

 

Mi vida como cristiano se inició en esta iglesia

de Las Pedroñeras.

Aquí fui bautizado,

aquí tomé la primera comunión,

aquí me confirmaron...,

aquí fui irreverente y soberbio

en más de una ocasión

y aquí juré con orgullo adolescente

que jamás volvería a entrar aquí.

La necedad juvenil siempre es atrevida.

 

Dice el profeta Isaías:

“Mis planes no son vuestros planes,

vuestros caminos no son mis caminos

 –oráculo del Señor-.

Como el cielo es más alto que la tierra,

mis caminos son más altos que los vuestros,

mis planes, que vuestros planes.

Como la lluvia y la nieve caen del cielo,

y sólo vuelven allí después de haber empapado la tierra,

de haberla fecundado y hecho germinar,

para que dé simiente al que siembra

y pan al que come,

así será la palabra que sale de mi boca:

no volverá a mí de vacío,

sino que cumplirá mi voluntad

y llevará a cabo mi encargo”.

 

La Palabra de Dios es una palabra viva,

que quema,

que siempre nos interpela,

porque cuanto es el ser humano ante Dios

tanto es y no más.

 

El evangelio de hoy,

-porque hoy se cumple esta palabra-

nos invita a anunciar la luz,

a ser sus testigos...

¿Qué puedo decir de mí?

Que me sorprende la paciencia que Dios tiene conmigo,

y que una y otra vez no puedo evitar decir:

¿Por qué te empeñas en quererme tanto?

No encuentro para todo esto otra explicación

que las oraciones de mi abuela Guadalupe

a la que de crío recuerdo que le preguntaba:

¿Por qué vas tanto a misa?

Y ella siempre,

con una sonrisa,

me respondía lo mismo:

¡Por los que no van nunca!...

Luego la vida gira y gira...

         Únicamente recuerdo que caí;

ya lo había hecho en ocasiones anteriores,

incluso voluntariamente,

por el placer del vuelo,

pero esta vez era diferente.

Incluso, como protección, olvidé su nombre.

Ni tan siquiera me quedaban ganas de volver a levantarme

-¿para qué, si nunca se llega a nada?-

Estaba agotado,

sin fuerzas,

todo parecía haber sido en vano...

y sin embargo...

       Al Señor lo encontramos

–“aunque realmente es Él quien nos encuentra a nosotros”-...

pues eso, lo encontramos siempre llamándonos;

y lo hace con palabras y voces muy naturales,

que podemos oír muy bien,

muy claras;

otra cosa es cómo escuchamos,

el caso que le hacemos,

la respuesta que le damos...

 

   -“Conozco tus obras y tus trabajos,

y sé que sufres pacientemente por mi causa;

no soportas a los malvados,

pusiste a prueba a los que se llamaban a sí mismos apóstoles

y los hallaste mentirosos.

Conozco tu paciencia

y lo que has sufrido por mi nombre sin desfallecer.

Pero tengo contra ti

que has perdido tu amor del principio”-.

 

     Esta cita del Apocalipsis

la leí en la crítica que se hacía a un libro

–“de cuyo título no consigo acordarme,

ni del nombre del autor,

ni del nombre del crítico”-

en el suplemento cultural de un periódico

que no se distingue precisamente por su talante religioso.

        Era domingo por la mañana,

y yo desayunaba en la terraza de un bar,

frente a la iglesia,

donde era raro que entrase,

en la plaza de Santa Gertrudis,

en el centro de la isla de Ibiza...      

Es poco más lo que recuerdo de aquella mañana,

otra entre tantas mañanas de domingo;

pero esta cita se me quedó grabada

como si en aquel momento cada palabra hubiese sido dicha para mí...:

-“PERO TENGO CONTRA TI QUE HAS PERDIDO TU AMOR DEL PRINCIPIO”-...

 

¿Qué me había pasado?

¿Qué había sucedido con mi amor del principio?

¿Cuál era ese amor del principio que había perdido?

¿Qué me estaba pasando?

¿Por qué sentía aquellas palabras de un modo tan personal?...

¿Quién parecía no haber dejado de pensar en mí?

¿Para qué, para quién vivía?...

 

    ...Creo recordar

que la lista de preguntas se me hizo interminable;

y algo, sin saber muy bien qué,

en lo más profundo,

comenzó a cambiar dentro de mí...

    ...Una tarde,

hablando en el bar con don Antonio,

el párroco de San Miguel, me dijo:

-“Las bendiciones nos caen del cielo,

pero nosotros nos empeñamos en abrir el paraguas

y no nos dan,

nos protegemos

para que no nos alcancen”-...

 

    Tras un año sabático,

aquí en el pueblo,

emprendí un viaje al final de la tierra,

durante el cual

me encontré con san Francisco de Asís,

el otro Cristo...

Esta es una metáfora,

muy fácil de explicar:

La meta del viaje era el cabo de Finisterre...

en Galicia,

y sea como fuere,

cuando por fin llegué allí...

me llevaron...

los franciscanos de Santiago de Compostela,

con los que ya llevaba viviendo dos años...

el resto fue dejarse ir...

¿Cómo daré gracias al Señor por todo el bien que me ha hecho?...

¿Cómo daremos gracias?...

¿Cómo damos gracias?...

 

     ...Todo ser humano

es llamado de algún modo

para algo

que ciertamente,

con frecuencia,

él aparta de su camino.

Hay una soledad

que nos descubre presentes

en un estrecho saliente rocoso,

entre los abismos,

donde no hay ninguna seguridad

de un saber expresable,

sino la seguridad del encuentro

con lo que permanece oculto...

   ...Dios toma al ser humano donde se encuentra,

en su necesidades más humildes

y cotidianas,

para conducirlo a otra parte,

a otra agua,

a otro vino

y a otro pan…,

Dios conduce al ser humano más allá de su misma búsqueda...

¿Y qué era eso tan importante?...

... somos amados antes que amantes”...

 

      ...Hay un fuego,

con el que tropezamos

más tarde o más temprano,

que nos exige descubrir su más íntima esencia...

¿Tendremos la valentía de arder?...

 

      ...El que viene

vino por su propia voluntad,

saliendo del misterio de su lejanía,

no hicimos nosotros que Él viniera. 

...Por lo demás,

sabemos que en todas las cosas

interviene Dios para el bien de los que le aman,

de aquellos que han sido llamados según su designio,

de todos,

aunque ignoremos cómo...

¿o no lo ignoramos? ...

 

      ...Personalmente,

hubo un tiempo

en el que aspiraba conseguir-conquistar

–“lo máximo”-

que pudiese alcanzar un ser humano

en su vida sobre la tierra...

El Señor me enseñó,

me sigue enseñando,

que las cosas que de verdad importan

no son algo que debamos conquistar...

se trata de saber acoger...

y algo así únicamente se logra

abandonándose en sus manos,

sabiendo y sintiendo

que todo depende de Él,

pero actuando al mismo tiempo

como si Él no existiese,

como si todo dependiese única y exclusivamente de nosotros...

   ...Volveremos a equivocarnos,

a veces parece que la libertad

y el amor

con que nos creó

no sirviesen para otra cosa que eso...

para equivocarnos...

 

    ...Pese a todo,

será conveniente no olvidar nunca,

nunca, nunca,

lo que vino a decirnos Jesús de Nazaret...,

...que Las Puertas de la Misericordia del Cielo

no se cerrarán

aunque no haya ni un justo sobre la tierra.

                                   Es así de verdad.../.

 





ANTEA, LA VIRGEN ROJA DE DONDE NACEN LOS RÍOS…

Nos perdimos camino de los manantiales,

añorando los orígenes, pues los peligros endurecieron nuestro corazón;

ya el polvo del camino, o la rutina, o una costra de indiferencia,

para protegernos de los sinsabores de la vida,

y, para que todo no vaya a peor, seguramente,

con la mejor intención, “aguamos”,

quién sabe si con la intención de convertir en vino.

Y sabemos, porque no se trata de la primera vez,

que eso termina no funcionando del todo,

por eso la añoranza de los orígenes,

de aquello, lo que fuese, en toda su autenticidad…

 

Ante esta feria de las vanidades, Antea baja la mirada

al tiempo que nos frece la “escalera al cielo”,

que nos entrega bendiciéndonos;

quien por el agua nos hace divinos e infinitos,

y nos pide serlo…

¡si no tuviésemos tanto miedo!

 

Porque nosotros

parece que siempre tenemos necesidad de estar en otra parte,

proyectando viajes, olvidando siempre el momento presente.

Como a una urraca, nos siguen aturdiendo los objetos brillantes,

y hemos llegado a imaginar el precio de nuestros pasos,

incluso cuando las tiendas están cerradas

olvidando, a propósito,

que con una palabra podríamos conseguir el universo…

 

Parece que las señales sólo quieren equivocar los caminos,

¿quién, entonces, se atreve a buscar seguridades?

Todos los pájaros están en todos los árboles cantando,

y por no tener, hasta carecemos de dudas…

 

Ya estuvimos allí, y allí, y allí también,

y hemos bailado todas las danzas

alrededor de todos los fuegos,

al compás de todos los cánticos hipnóticos…

 

Sopla el viento, arrastrando con él todos los caminos…

 

Y nos ha sido dado conocer

Que “mientras serpenteamos por los caminos,

-aunque a veces tropecemos e incluso caigamos-,

nuestras sombras nunca serán más altas que nuestra alma”…

 

Inunda Antea, la Virgen Roja de donde nacen los ríos

con su sola presencia

el espacio-tiempo…

Con esa suave danza que muestra a los hijos de la luz:

“Quién es el Camino, y la Verdad, y la Vida”…

 

Y si escuchamos atentamente,

la melodía nos llevará, paso a paso,

incluso más allá de lo que jamás nos atrevimos,

o no fuimos capaces de imaginar,

dándosenos descubrir lo proyectado desde el origen del mundo:

 

«Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra» (Ef 1, 9b-10).

 

Entonces sabrás por qué eres temido por los hijos de las tinieblas,

y no podrás rendirte…

Porque tú eres el estandarte de lo divino,

el creado a su imagen y semejanza…

…¿Quién es como Dios?...

 

Eterno espíritu del valle,

portal interminable,

como raíz del cielo y de la tierra.

Siendo sin estar

y estando sin ser…

Mutación inagotable,

dama de luz,

regalando maravillas…

 

Y así, su palabra,

como la de los cielos,

“sin hablar,

sin pronunciar,

sin que resuene su voz,

a toda la tierra alcanza su pregón,

y hasta los límites del orbe su lenguaje”…

 

La eternidad a la que Dios nos invita

se oculta en el ahora de cada instante de nuestra vida.

Y nada de lamentarse

objetando que Dios es el momento presente

que pasó y se perdió porque yo no estaba allí;

porque eso es olvidar que el presente

no es algo fugitivo, pasajero,

sino algo continuamente persistente y duradero,

siempre cambiando, evolucionando

y trascendiéndose a sí mismo.

La eternidad es ahora,

caminemos a su luz…,

 

Nuestra fe no va a liberarnos

de ninguna obligación humana,

sino que nos dará un trabajo,

una función, una misión

‘para’ el mundo que no es ‘del’ mundo.

Nuestra misión será introducir en el mundo

el amor mismo de Dios

con “medios humanos”,

con “maneras de ser humanas”: las de Cristo.

Nos encarga realizar en el mundo

una especie de compromiso temporal

del amor eterno de Dios.

Al lado de ello,

el resto existe y debe existir,

pero la fe sirve para que Dios ame al mundo

a través de nosotros

como a través de su Hijo.

Él nos ha elegido para darnos al mundo,

al mundo que él ama

y que nosotros debemos amar

como él, con él y por él.

Así es la fe;

esto es lo que nos pide que aceptemos….

…¿Y Tú, dónde estás?...

...¿Y por qué Te empeñas en quererme tanto?...

 

 

 

 

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