EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

domingo, 28 de marzo de 2021

LA IMPERMANENCIA Y LOS CICLOS DE LA VIDA

LA IMPERMANENCIA Y LOS CICLOS DE LA VIDA

Hay nacimiento y muerte, creación y destrucción, crecimiento y disolución de todo lo que es. Esto se refleja por doquier: en el ciclo de la vida de una estrella o de un planeta, de un cuerpo físico, de un árbol, de una flor; en el ascenso y en la caída de las naciones, de los sistemas políticos, de las civilizaciones; y en los inevitables ciclos de pérdida y ganancia que se alternan en la vida de los individuos.

Hay fases de éxito en que las cosas vienen a ti y se desarrollan, y fases de fracaso en que las cosas se marchitan, se desintegran y tienes que dejarlas ir para que puedan surgir otras nuevas, o para que se produzca la transformación, la mutación. Si, llegado a ese punto, te apegas y te resistes, te estás negando a seguir el flujo de la vida, y eso te hará sufrir.

No es cierto que la fase ascendente del ciclo sea buena y la descendente mala; esto sólo es un juicio mental. En general el crecimiento se considera positivo, pero sabemos que nada puede crecer eternamente. Si el crecimiento, del tipo que sea, siguiera indefinidamente, acabaría volviéndose monstruoso y destructivo. La disolución es necesaria para que se produzca un nuevo crecimiento. Ambos aspectos no pueden existir separadamente.

La fase descendente del ciclo es absolutamente esencial para la realización espiritual. Debes de haber fracasado rotundamente a algún nivel, o haber experimentado una pérdida seria o un dolor, para sentirte atraído por la dimensión espiritual. O quizá el éxito mismo haya perdido significado, quedándose vacío y convirtiéndose en fracaso. El fracaso reside oculto en cada éxito, y el éxito en cada fracaso. En este mundo, es decir, en el nivel de las formas, todo el mundo “fracasa” antes o después, y todas las realizaciones acaban convirtiéndose en nada. Todas las formas son impermanentes.

Puedes mantenerte activo y disfrutar manifestando y creando nuevas formas y circunstancias, pero sin identificarte con ellas. Ya no las necesitas para tener una identidad. Han dejado de ser tu vida, para pasar a ser tu situación en la vida.

Nuestra energía corporal también está sometida a ciclos. No podemos estar siempre en un punto álgido, pero, puesto que tanto da, el optimismo alegra más la vida. Habrá momentos de alta energía y otros de energía baja. Habrá momentos en los que estarás muy activo y creativo, pero también habrá otros en los que te parecerá que todo está estancado y sentirás que no vas a ninguna parte, que no estás consiguiendo nada. Los ciclos tienen una duración variable que van de unas pocas horas a varios años. Hay ciclos largos y ciclos breves dentro de los ciclos largos. Muchas enfermedades se generan por luchar contra las fases de baja energía, que son vitales para la regeneración. La acción compulsiva y la tendencia a extraer la propia autoestima y la identidad de factores externos, como el éxito, es una ilusión inevitable mientras nos coronemos-identifiquemos con la mente. Esto hace que no podamos aceptar las fases bajas del ciclo, que no las dejemos ser. Finalmente, la inteligencia del organismo puede adueñarse de la situación como medida de autoprotección y provocar una enfermedad que te obligue a detenerte para que pueda tener lugar la necesaria regeneración.

La naturaleza cíclica del universo está estrechamente vinculada a la impermanencia de todas las cosas y situaciones. Buda hizo de la impermanencia una parte central de su enseñanza. Todas las situaciones son muy inestables y están en flujo constante, o, como él dijo, la impermanencia es una característica de cada estado, (Tao Te King, 22 y 23) de cada situación que te encuentras en la vida. Lo que era satisfactorio cambiará, desaparecerá y dejará de satisfacer. La impermanencia también es un punto fundamental en las enseñanzas de Jesucristo: “No acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los consumen y donde los ladrones entran a robar…” (Mt 6,19-21).

Cuando cambia el estado o situación con el que la mente se ha identificado o desaparece, ésta por lo general se opone a aceptarlo. Se apegará al estado que ha desaparecido y se resistirá al cambio. Es casi como si nos cortaran un miembro del cuerpo.

…Y todo por ese afán de olvidar que sigue habiendo vida más allá de la vida…/.

 

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