EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

domingo, 6 de marzo de 2016

EL QUE HABLA

EL QUE HABLA…
«En el principio existía la Palabra…» (Jn 1,1). Es como si se nos dijera: “Dios es todo comunicación; el rasgo más característico de su identidad es precisamente ese: su expectativa de conversación y diálogo con nosotros. Y eso desde que esperaba con impaciencia la brisa de la tarde para bajar a encontrarse con nuestros padres en el jardín”.
Dios está constantemente dirigiéndose a nosotros, “emitiendo señales”: el arco iris, el sábado, la sangre, la luna, la piedra… Los “signos, prodigios, gestas, maravillas y señales portentosas” con que los autores bíblicos califican las acciones de Dios para con su pueblo no parecen tener otro fin que el de convertirse en aviso, signo, guiño, contraseña o recordatorio de su presencia activa, de su incansable deseo de comunicarse y entrar en relación. El cielo “narra”, el firmamento “pregona”, el día “transmite”, la noche “susurra” (Sal 19,2).
Por eso el gran imperativo de Israel es “¡Escucha!”; y el peor reproche profético es el del embotamiento y la torpeza de ojos, oídos y corazón (Is 6,10). Están convencidos de que Dios no está nunca “fuera de cobertura”, sino que quiere seguir tejiendo una historia relacional entre Él y nosotros, para atraernos a una aventura espiritual que sólo es posible si en el fondo de nuestro corazón vive el deseo de encuentro que nace del amor.

(Dolores Aleixandre)

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