EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

jueves, 11 de febrero de 2016

LA SOCIEDAD DIONISÍACA DE F. NIETZSCHE

LA SOCIEDAD DIONISÍACA DE FRIEDRICH NIETZSCHE
            (Meditación para los que encuentran tan criticable el cristianismo)

Nietzsche sobrepasa el peor darwinismo social. So pena de degenerar, afirma: las sociedades tienen que librarse de los desechos humanos que les estorban:

«El cristianismo ha tomado tan en serio al individuo, lo ha planteado tan bien como un absoluto, que no podía ya "sacrificarlo"; pero la especie sólo sobrevive mediante los sacrificios humanos [...]. La verdadera filantropía exige el sacrificio por el bien de la especie; la verdadera filantropía es dura, se obliga al dominio de sí misma, porque necesita el sacrificio humano. ¡Y esta pseudohumanidad llamada cristianismo quiere imponernos precisamente "que no se sacrifique a nadie"» (Friedrich Nietzsche; Obras Completas, vol. XIV: Fragments posthumes début 1888-janvier 1889, Gallimard, Paris, págs.224-225).

Por débil y enfermo que estuviera, Nietzsche no perdía ocasión de fustigar la preocupación por los débiles y enfermos. Verdadero don Quijote de la muerte, condena toda medida en favor de los desheredados. Y denuncia la preocupación por las víctimas como causa de lo que considera envejecimiento precoz de nuestra civilización, el acelerador de nuestra decadencia.
La defensa evangélica de las víctimas es más humana, ciertamente, que el nietzscheanismo, sin que haya que ver en ello una excepción a la "dura verdad". Es el cristianismo el que posee la verdad frente a la locura nietzscheana.
Con su demencial condena de la verdadera grandeza de nuestro mundo, Nietzsche no sólo se autodestruyó, sino que propuso y alentó también las terribles destrucciones del nacionalsocialismo.
Para apresurar la disgregación y muerte del judeocristianismo, los nazis comprendieron bien que no bastaba con la "genealogía" nietzscheana. Tras su conquista del poder, disponía de recursos muy superiores, sin duda, de los que pudiera disponer un infortunado filósofo medio loco.
Enterrar la moderna preocupación por las víctimas bajo innumerables cadáveres era la manera nacionalsocialista de ser nietzscheano. Una interpretación, se dirá, que habría horrorizado al infortunado Nietzsche. Es probable. Compartía con muchos intelectuales de su tiempo y del nuestro la pasión por las exageraciones irresponsables. Para su desgracia, los filósofos no están solos en el mundo. Los rodean auténticos orates que a veces les juegan la peor de todas las pasadas: los creen a pies juntillas.


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