EN EL MANANTIAL

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ESTUDIO DEL PINTOR

miércoles, 4 de noviembre de 2015

EL DEPÓSITO DEL AGUA



CUANDO CREO, NO CREO CREER;
Y CUANDO NO-CREO, NO-CREO QUE NO-CREO...

EVANGELIOS DE LA INFANCIA (porque la Fe no va a piñón-fijo)
Relatos iluminados por la Luz Pascual

Los relatos de Mateo y Lucas sobre la infancia de Jesús nos proponen una teología tan elaborada como la de Juan en su "Prólogo".
La diferencia entre ellos está en que Mateo y Lucas utilizan otro género literario: el narrativo -"lenguaje-midrásico"- que se empleaba en las sinagogas contemporáneas de los evangelistas. Pretendía una relectura actualizada de la Escritura y subrayar el perdurable carácter modélico de algunos de los personajes bíblicos. De un modo algo simplificador, podemos definir el midrash como una reflexión o comentario -que también recogía tradiciones- a un texto o textos de la Escritura hecho en forma de homilía o de relato.
Los evangelios de la infancia de Jesús siguen este procedimiento, y recogen también tradiciones orales de las primeras comunidades cristianas. Lo hacen para expresar que Jesús es el Hijo de Dios desde su concepción y su aparición en la tierra es la culminación de la Historia de la Salvación.
Por tanto, en los relatos de la infancia de Jesús, debemos distinguir el mensaje que Mateo y Lucas quieren transmitirnos y el género literario que utilizan para hacerlo. Estos relatos son el vehículo de la teología de cada evangelista, que estaban más preocupados por el significado del acontecimiento que por la historia. Este mensaje -que Jesús era Hijo de Dios desde su concepción- es lo perdurable, aunque lo hayan revestido de elementos no-históricos. Y los "adornos" que han puesto a ese mensaje teológico, como historias maravillosas, narraciones de prodigios y un lenguaje poético, plástico e imaginativo -que, desde luego, entendían bien sus lectores, porque estaban en al ambiente sinagogal del judaísmo y de las primeras comunidades cristianas-, aunque bellos resultan algunos de ellos históricamente muy dudosos (incluso contradictorios entre sí).
Mateo y Lucas pensaron que sus relatos de la infancia de Jesús eran unas introducciones apropiadas a la vida y trascendencia de Jesús. Darles menos valor que a otras partes de sus evangelios es interpretar erróneamente el pensamiento de los evangelistas, para quienes los relatos de la infancia eran un vehículo adecuado del mensaje que querían transmitir. Desde este punto de vista, los relatos de la infancia, que son inseparables del resto de sus respectivos evangelios, son una obra maestra. (REB)
Pero esto implica el reconocimiento de que "hay otros modos distintos de instruir a un pueblo". La historia no es el único género bíblico para que Dios nos hable y nos manifieste su amor; y así lo ha hecho, utilizando, además de la historia, leyendas populares, folklore y cantos de amor (como el Cantar de los Cantares).
Los relatos de la infancia de Jesús nos presentan la identidad de Jesús, identidad que se había aclarado y manifestado a la luz del acontecimiento pascual. Están escritos, por tanto, a la luz de la Pascua, cuando ya está claro para sus seguidores que Jesús es el Mesías, Salvador, Hijo de Dios. De manera narrativa explican la identidad de Jesús resucitado, aplicada retrospectivamente a su infancia. Así se comprende una de las características de esos relatos que llama la atención: en Mt 1-2 y en Lc 1-2, los títulos mesiánicos se acumulan para designar de antemano, ya desde su concepción y nacimiento, al Resucitado. Los relatos de Mateo y Lucas son mucho más "proclamaciones de fe" que páginas neutras de una crónica histórica. Quieren darnos un "conocimiento interno" del misterio del Señor, "para más amarle y seguirle" (diría Ignacio de Loyola), y no tanto un "conocimiento externo". Hay, pues, que situarse ante estas narraciones con un talante contemplativo. (FR)

Su finalidad no es contar una serie de anécdotas de un recién nacido en Belén, sino proclamar a Cristo viviente, que se hizo hombre como uno de nosotros. Por un lado, no dejan ninguna duda sobre que Jesús es el Hijo de Dios ya desde el momento de su concepción; por otro, la descripción del nacimiento físico subraya la verdadera humanidad de los orígenes de Jesús.(JC)

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